Este bloque invita al estudiante a levantar la mirada y reencontrarse con el cielo como un gran libro abierto. A través de la observación directa del Sol, la Luna y las estrellas, los niños comienzan a reconocer patrones, movimientos y ritmos que ordenan la vida en la Tierra. Cada salida del Sol, cada fase lunar y cada constelación que aparece en la noche se vuelve una oportunidad para desarrollar habilidades de orientación, registro y contemplación atenta. En este proceso, la astronomía se presenta no como un concepto abstracto, sino como una experiencia viva que despierta asombro y sensibilidad.

A medida que avanzan en el bloque, los estudiantes descubren cómo estos ciclos celestes han acompañado a la humanidad desde tiempos antiguos, guiando calendarios, celebraciones y formas de comprender el mundo. Al conectar la observación del cielo con las necesidades y preguntas humanas, el niño desarrolla una percepción más profunda de su relación con el universo y de su lugar dentro de él. De esta manera, la astronomía se convierte en un puente entre el pensar, el sentir y el maravillarse, invitando a cada estudiante a observar con atención, a preguntar con curiosidad y a crear un vínculo auténtico con el cosmos que nos rodea.