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Los septenios a lo largo de la educación escolar

 Los septenios en son las etapas en las que Rudolf Steiner dividió la vida del ser humano. Si aún no sabes qué son los septenios y quieres entender un poco más acerca de los ellos puedes leer esta serie de artículos que inicia con ¿Qué son los septenios? Una Introducción (link a otro articulo), en la sección de padres. Así como Steiner dividió la vida en etapas de siete años, de la misma manera utilizó estas etapas para dividir la educación escolar y saber qué enfoque darle a cada una de ellas.

Entonces, la educación escolar abarca los primeros tres septenios de vida, de los 0 a los 7 años, de 7 a 14 y 14 a 21. Más adelante, educadores de diferentes corrientes han hecho lo mismo y por eso la forma en que los sistemas educativos están divididos en el mundo coinciden en gran parte con los primeros tres septenios. La educación preescolar que se da de los 18 meses a los 6 años aproximadamente, la educación primaria, que va de los 7 a los 13 años y la educación media o secundaria, que va de los 14 a los 18 años. En cada sistema hay algunas variaciones, pero en casi todo el mundo las edades coinciden y es que hay un sentido detrás de esto.


Sin embargo, conforme el tiempo ha avanzado, este enfoque de adecuar y diseñar la entrega educativa a cada etapa evolutiva se ha ido perdiendo, principalmente por la forma de medir el relativo éxito de una institución o de un modelo escolar. La educación ha pasado de ser una actividad que busca brindar al ser humano las herramientas para ejercer su libertad y autorrealizase, a ser un bien codiciado, indispensable para obtener status. De ahí que existan organizaciones, empresas y sistemas calificadores que otorgan certificaciones y que generan rankings de las instituciones educativas. Esto genera que haya un deseo en los padres de poder hacer que sus hijos ingresen y se gradúen de una de estas instituciones que están en lo más alto de la tabla.


"Sin embargo, cuando te haces consciente de qué es lo que se mide para hacer el listado, se hace evidente que no es una garantía de un proceso de educación adecuado y completo para una persona."


Antes de convertirme en educador y conocer el sistema por dentro, también mi máximo deseo hubiese sido que mi hija asistiera a una de esas escuelas en el top 10 de la tabla. Sin embargo, cuando te haces consciente de qué es lo que se mide para hacer el listado, se hace evidente que no es una garantía de un proceso de educación adecuado y completo para una persona. Ojo que estoy diciendo que no es garantía, puede que algunas de esas escuelas sí provean a sus alumnos de una formación que apele las distintas áreas de desarrollo del ser humano. Es decir, que no estoy diciendo que estar en el top 10 sea malo, pero sí que vale la pena preguntarse qué significa estar en el top 10 y cómo se llega hasta allí.


Estar en el top 10, significa que buena parte de los estudiantes que se gradúan de esas escuelas saben responder bien exámenes relacionados con lectura, escritura y matemáticas. Suena bien ¿no? Pues la respuesta depende mucho de qué es lo que estemos buscando. Buscamos ganar status o buscamos dotar de habilidades y competencias a nuestros alumnos para enfrentarse a la vida. Aprender a leer, escribir y a hacer cálculos matemáticos es parte de lo que las instituciones educativas están destinadas a hacer. Pero qué hay de la inteligencia emocional, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, el liderazgo, las relaciones sanas, la capacidad de trabajar en equipo, el autoestima, la capacidad de innovación o la adaptación a nuevos entornos. ¿Acaso todo eso no es parte de la educación escolar? ¿Acaso eso no es nuestra responsabilidad formar seres humanos que sean capaces de ser libres y enfrentar los retos que tengan una vez finalizado su paso por la escuela? ¿Que nuestros alumnos sean capaces de responder correctamente los exámenes estandarizados con los que se generan los rankings nos garantiza algo de los últimos aspectos que listé?


¿Qué tiene todo esto que ver con los septenios? Pues básicamente, que las instituciones educativas presionadas por los rankings y por cómo van a ser medidas deciden dedicar sus esfuerzos únicamente a escalar posiciones mejorando sus resultados. Esto significa comúnmente adelantar contenidos e incrementar la práctica de contestar exámenes similares a los que se usan para hacer las mediciones. Claro que esto tiene el potencial de obtener mejores resultados en los exámenes estandarizados. Sin embargo, durante el primer septenio, en la educación preescolar, donde el desarrollo físico está en su ritmo más acelerado, donde estamos construyendo nuestro código moral y además estamos aprendiendo a socializar ¿será lo más importante darle a un niño pequeño un iPad para que aprenda repetir las sumas y las restas a los tres o cuatro años? ¿Será importante adelantar la lectoescritura y dejar de lado habilidades motoras trascendentales para tonificar nuestros músculos y para generar conexiones neuronales que luego también contribuyen al aprendizaje?


En el segundo septenio, cuando se desarrolla el autoestima y nuestra parte afectiva está a flor de piel, cuando nuestra curiosidad se intensifica, será importante dejar todo eso de lado y simplemente enfocarnos en que los niños aprendan álgebra cuanto antes, como que el tiempo se nos fuera a acabar y no tuviéramos aún la educación secundaria para hacerlo. ¿Valdrá la pena en la adolescencia dejar de lado la música, el arte y el deporte (que es lo que más nutre el alma de una persona a esa edad) por asegurarnos que sea capaz de obtener un resultado en el examen que traiga más prestigio a la institución?


"¿será lo más importante darle a un niño pequeño un iPad para que aprenda repetir las sumas y las restas a los tres o cuatro años?"


Por supuesto que las sumas, las restas, la lectoescritura, el álgebra y hasta el prestigio de una institución son importantes, no estoy tratando de hacer una apología de quienes no logran educar a sus estudiantes en esto. Pero digo que esto no es suficiente, hay muchos hitos, muchas conquistas importantes en cada uno de los septenios que no se restringen a esto. Precisamente eso es en lo que debemos enfocarnos para estructurar nuestras instituciones. Entonces es aquí cuando el modelo de comprender la vida por septenios y tener claras las metas, las necesidades y las características de cada etapa se vuelven importantes.


A grandes rasgos la pedagogía Waldorf caracteriza los primeros tres septenios de la siguiente manera:


Septenio

Desarrollo principal

Primer septenio: El septenio de lo bueno

(0-7 años) Etapa del desarrollo físico

Segundo septenio: El septenio de lo bello

(7-14 años) Etapa del desarrollo emocional

Tercer septenio: El septenio de lo verdadero

(14-21 años) Etapa del desarrollo intelectual


Desarrollo principal por septenio

Cada uno de estos septenios tiene características propias, crisis por las cuales todos atravesamos, formas en las que mejor nos podemos comunicar con nuestros alumnos y muchas cosas más. Por supuesto, en todos estos septenios desarrollamos nuestra parte física, emocional e intelectual, pero en cada uno se potencia más una parte que la otra.

Por eso es que ya sea que dirijamos una institución educativa o que estemos buscando dónde asista nuestro hijo a su educación escolar, cabe preguntar si el modelo respeta el desarrollo evolutivo del ser humano. No por fuerza deben llamarles septenios, ni debe ser una escuela Waldorf, pero ignorar las etapas evolutivas por las que pasamos los seres humanos mientras crecemos y sobre todo ignorar las necesidades que cada edad tiene solo ira en detrimento de un crecimiento sano.

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Pensar con el corazón
Hacia una pedagogía holística para el adolescente