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¿Qué son los septenios?

Una introducción

La psicología del desarrollo humano o psicología de ciclo vital es la rama que se encarga de estudiar cómo evoluciona la psique del ser humano. Asimismo, existe su homóloga dentro de la biología, que se conoce como biología del desarrollo, estudiando los cambios físicos y metabólicos que se van dando en los seres vivos a medida que su vida avanza.

Dentro de los exponentes más reconocidos de la psicología del desarrollo podemos encontrar a Jean Piaget, Lev Vigotsky o Erik Erikson. Todos ellos fueron influyentes para las corrientes educativas que surgieron en el siglo XX. Gracias al estudio del ciclo vital padres, educadores, psicólogos y médicos pueden anticipar cambios que el ser humano experimentará en distintas edades. Por ejemplo, somos capaces de saber aproximadamente a qué edad empiezan a caminar o a hablar nuestros hijos, pero también sabemos a qué edad salen los primeros dientes y cuándo empiezan a mudar los "dientes de leche" por los "verdaderos". De igual forma también podemos prever que la adolescencia puede llegar a ser un reto.

Rudolf Steiner, fundador de la pedagogía Waldorf, fue un exponente de múltiples disciplinas como la arquitectura, la agricultura, la filosofía, las artes y por supuesto la educación, pero si pudiera resumir en una sola cosa a lo que Steiner dedicó su vida, diría que se dedicó al estudio del ser humano. Sus ideas sobre la educación se basan en este estudio, ideas que han sido inspiradas o comprobadas por la psicología y la biología del desarrollo humano. Es por esto que uno de los pilares de la educación Waldorf es reconocer las etapas del desarrollo (etapas evolutivas) que viven nuestros hijos y adaptar la crianza y la entrega educativa a estas etapas.

"Es por esto que uno de los pilares de la educación Waldorf es reconocer las etapas del desarrollo (etapas evolutivas) que viven nuestros hijos y adaptar la crianza y la entrega educativa a estas etapas."

Para todos los que somos padres se nos hace muy evidente que no nos comunicamos ni actuamos de la misma manera cuando nuestros hijos eran recién nacidos que cuando atravesaron su niñez o cuando se convirtieron en adolescentes. Es por eso que la educación Waldorf plantea un currículo educativo pertinente a la etapa evolutiva que está viviendo cada alumno. A diferencia de muchos modelos educativos que cada vez buscan anticipar contenidos y hacer de la educación escolar una pequeña universidad, la pedagogía busca respetar las etapas evolutivas para lograr un aprendizaje mucho más significativo. No busca convertir a los estudiantes en máquinas contestadoras de exámenes que poco tienen que ver con la vida real fuera de la educación escolar y universitaria.

Dentro del estudio profundo que Steiner realizó, dividió la vida del ser humano en etapas de siete años (septenios) que agrupan ciertas características comunes en todas las personas. Por ejemplo, durante los primeros siete años de vida es cuando más logros físicos suceden, desde el acelerado crecimiento, hasta ser capaces de erguirnos en dos pies. En el siguiente septenios es cuando normalmente llegamos a dominar la lectoescritura, pero también cuando empezamos a conocer mejor y a ponerle nombre nuestras emociones. El tercer septenio (14-21 años), el momento de la adolescencia, es el tiempo de explorar qué es lo que verdaderamente significa dejar de ser niño y convertirse en adulto (al menos según nosotros a esa edad). Es también el septenio en que el pensamiento crítico se activa.

"Por todo esto es que la educación y nuestra relación con nuestros hijos debe ir evolucionando y adaptándose conforme ellos crecen."

Además, de las características comunes que guardan cada una de las etapas evolutivas también existen retos y crisis dentro de cada septenio que son importantes de enfrentar y en la cuales debemos acompañar a nuestros hijos. En el primer septenio entre los dos y tres años, nuestros hijos empiezan a darse cuenta que son una entidad separada del mundo que los rodea, empiezan a nombrarse como "yo", en lugar de por su nombre de pila. Entre los ocho y nueve años es cuando se derrumba la burbuja del mundo perfecto que nuestros hijos tenían hasta el momento, donde sus padres eran incapaces de mentir, pues todo lo que decían era siempre verdad, o cuando dejan de ver a su maestra como el ser más hermoso del planeta y empieza a ser aquella persona que los obliga a cumplir reglas y hacer tareas. O la crisis de los 18 años cuando nos preguntamos quiénes somos y qué queremos hacer por el resto de nuestra vida. Por todo esto es que la educación y nuestra relación con nuestros hijos debe ir evolucionando y adaptándose conforme ellos crecen.

Steiner planteó el estudio de los septenios mucho más allá de los primeros tres, pero estos tres septenios son trascendentales para nuestro rol de padres porque son comúnmente las edades en las que nuestros hijos más dependen de nosotros. Conocer las características de los primeros tres septenios nos ayudará a entender mejor qué es lo que nuestros hijos necesitan en cada etapa, cómo podemos comunicarnos mejor y qué tipo de educación buscamos para ellos en cada una de estas etapas.

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Los septenios a lo largo de la educación escolar