Una de las características más especiales con las que cuenta la educación Waldorf es que su currículo se divide en bloques de lección principal que se adaptan a la etapa evolutiva de los estudiantes. Pero, ¿qué son los bloques de lección principal? En lugar de tener períodos de clase de 45 minutos, dos o tres veces a la semana de una misma materia, los bloques de lección duran alrededor de cuatro semanas y se imparten todos los días por períodos de hora y media a dos horas, dependiendo la edad. Mientras más pequeños son los estudiantes, más largos es el tiempo asignado a la lección principal.
Todo esto podrá parecer contra intuitivo al inicio, ya que siempre se nos ha hecho creer que 40 o 45 minutos es el tiempo máximo de atención que puede mantener un alumno. Ahora se habla de mucho menos tiempo, de lo instantáneo de la sociedad, del lapso de atención de un TikTok, o cualquier otra razón para pensar que las clases debieran ser cada vez más cortas. Todos estos argumentos son válidos en un contexto definido, pero no son una generalidad aplicable a cualquier situación. Por supuesto, que tener que estar sentado en silencio únicamente escuchando pasivamente lo que dice el profesor requiere de un gran esfuerzo para no perder la atención. Ver cómo el maestro resuelve ejercicios de matemáticas en el pizarrón y que el papel del estudiante se restrinja a copiarlos y entenderlos hará que difícilmente pueda concentrarse incluso por más de 15 minutos. Es aquí donde se hace necesario un ritmo sano para llevar la clase. ¿Cuál es entonces un ritmo sano para desarrollar por 90 o 120 minutos?
Primero que todo lo que buscamos hacer es que los estudiantes dejen de ser seres pasivos y tomen un rol completamente activo en clase. Los alumnos deben de dejar de ser espectadores y pasar a ser productores de su propio aprendizaje. A diferencia del TikTok que los vuelve únicamente consumidores de información por medio del scrolling infinito, lo que buscamos es que los estudiantes se impliquen directamente en la lección principal. Si bien dijimos que 45 minutos es demasiado para copiar ejercicios, ese mismo tiempo se vuelve completamente insuficiente cuando los chicos deben diseñar y construir un instrumento musical durante el bloque de física para aprender sobre acústica. Cuando el proyecto es hacer una feria de los inventos que surgieron durante la revolución científica o cuando buscamos desarrollar en cuatro semanas una habilidad importante como el dibujo en perspectiva o el dibujo técnico. Entonces 45 minutos son insuficientes, entonces solamente 2 o 3 veces por semana es demasiada interrupción para el proyecto a desarrollar. Es como la vida misma, cuando tenemos un proyecto importante, prioritario, cuando estamos haciendo algo que nos apasiona, no lo hacemos dos veces a la semana por 45 minutos. Le dedicamos gran parte de nuestro tiempo, nuestras energías y nuestro pensamiento a ese proyecto.
En lugar de tener de 8 a 10 clases distintas en un sólo día, por períodos cortos de tiempo, podemos sumergirnos en un sólo tema por varios días seguidos. En lugar de buscar que estamos haciendo multitasking todo el día, concentrarnos en un proyecto prioritario se vuelve de enorme beneficio. Por eso aquel dicho que dice «el que mucho abarca, poco aprieta». En lugar del scroll infinito de las clases que nos entretienen por 40 minutos, mejor los proyectos que nos apasionan y de los que logramos un aprendizaje significativo y duradero.
En el libro «The Waldorf Main Lesson» de Eric G. Müller se plantea la siguiente estructura para planificar una lección principal:
- Warm-up: Antes de iniciar la parte intelectual más fuerte, queremos traer nuestra atención y nuestros sentidos al presente. Queremos hacernos conscientes que estamos iniciando un período de aprendizaje y que vamos a trabajar con más compañeros. Esto sé puede hacer por medio de una actividad rítmica de movimiento, la recitación de un verso, utilizar herramientas musicales, etc. Instancias que nos ayuden a estar en el aquí y en el ahora, involucrando las múltiples inteligencias que posee el ser humano, en especial la cinestésica y la rítmica.
- Recapitulación: Es importante partir de lo que ya conocemos, para esto se realiza una recapitulación. Esta recapitulación puede tener diferentes formatos, puede ser desde una conversación, un debate, un pequeño texto o la solución a una pregunta que quedó pendiente del día anterior. Es importante recordar que estamos tejiendo una secuencia y no estamos partiendo del vacío. Es decir, debemos conectar lo que ya logramos en días anteriores con lo que vamos a seguir sumando. Lo que en la corriente constructivista se conocería como partir de conocimientos previos. Pero es mucho más que eso, aquí estamos utilizando un ritmo (algo que la pedagogía Waldorf valora mucho). Ese es el ritmo del sueño, el ritmo de olvidar y recordar, dejar dormir y despertar. Parte clave del aprendizaje es poder olvidar y luego recordar, estas iteraciones son las que nos permiten luego generar conexiones neuronales importantes y duraderas. Algo que no sucede igual si el aprendizaje únicamente se recuerda para resolver una prueba y luego deja de sernos útil.
- Experiencias y contenido nuevo: Luego de haber activado nuevamente los aprendizajes generados anteriormente, es un buen momento para seguir amplificando los conocimientos previos. Es aquí donde se introduce una nueva experiencia. Se desarrolla un nuevo aprendizaje dentro de un contexto específico y nuevamente, no partiendo del vacío. Para introducir este nuevo aprendizaje puede haber muchas formas creativas de hacerlo. Puede que estemos trabajando con una pregunta principal en todo el bloque de lección principal. Por ejemplo, cuando imparto el bloque de Astronomía Posicional, me gusta partir de la pregunta ¿Cómo podemos asegurar que no somos el centro del universo si pareciera que todos los astros, incluidos el sol y la luna, giran alrededor nuestro? Cada día y cada semana aprendemos algo nuevo que nos permite ir resolviendo una parte de la respuesta final con la que podemos realmente entender que los astros no giran alrededor nuestro y que, por lo tanto, no somos el centro del universo, aunque no es algo tan intuitivo como ahora pensamos que es. Por cierto, la clave de la respuesta son los planetas, que es un tema que se introduce hasta la cuarta semana, pero que para entender su movimiento es necesario el conocimiento de las tres semanas anteriores. Para más ideas de cómo se puede planear esta secuencia, te recomiendo leer este artículo Aprendizaje por descubrimiento
- Hacer: Para permitirle a nuestro cuerpo generar estos aprendizajes es importante implicar otras partes que no sea solo nuestro intelecto). Luego de introducido el nuevo tema es importante hacer algo con él. Puede ser que los estudiantes hagan una entrada escrita en su portafolio, así como puede ser la construcción de un modelo a escala, desarmar un motor, tener un debate, escribir un poema o hacer algo de arte. Todo esto dependerá de la edad de los estudiantes, del tema que se esté estudiando y de los recursos con los que se cuentan. Lo importante es hacer pasar por nuestro cuerpo este aprendizaje para tratar de fijarlo y que no se quede solamente como una conversación interesante o lo que sería peor, un monólogo entretenido del docente.
- Por último, algo que no propone el libro directamente, pero algo con lo que me gusta terminar y que varios de los mentores que he tenido lo recomiendan es cerrar la clase con una pregunta o con un acertijo. En lugar de dejar una tarea de decenas de ejercicios repetitivos, no hay nada mejor que dejar a los estudiantes enganchados con algo para pensar y resolver. Esta pregunta puede convertirse en la recapitulación del día siguiente, pero más importante, hará que el estudiante siga pensando en la clase más tarde y que podamos trabajar más con el ritmo del sueño. Muchas veces los alumnos llegan a la respuesta la mañana siguiente al despertarse y entran a clase con la motivación de compartir su respuesta.
Cada lección principal está inspirada en un tema central, como podría ser el estudio de la época del Renacimiento, que muchas personas podrían categorizarlo como un bloque de historia puramente. Sin embargo, esto puede llevarnos a hacer múltiples proyectos más allá del estudio de la historia. Por ejemplo, podríamos revisar los cuadernos de Leonardo da Vinci y de allí lanzar un reto de ingeniería para construir una de las tantas máquinas que propuso Leonardo y que muchas no se hicieron realidad. Podemos preguntarnos por el clima o las enfermedades de aquella época y ver cómo este afectó a las poblaciones renacentistas. Es decir, se pueden hacer proyectos integrados, algo que defienden corrientes actuales y muy de moda como el enfoque STEAM, pero que la pedagogía Waldorf viene utilizando desde hace varias décadas con mucho éxito.
Lo que plantea la organización del currículo académico en bloques de lección principal es acercar el aprendizaje a como aprendemos los seres humanos de manera natural, de la forma en que seguimos aprendiendo una vez salimos del entorno artificial que son normalmente las escuelas. Organizar así nuestros aprendizajes nos permite realmente sumergirnos en proyectos significativos, útiles y realistas, algo que tiene mucho más sentido que llenar los espacios en blanco de un libro de texto. De esta manera, los estudiantes se ven implicados, se sienten motivados y desarrollan competencias que serían muy difícil de alcanzar en períodos de 45 minutos dos veces a la semana. Las bondades de poder involucrarnos de lleno en estos espacios intensivos son inmensas, independientemente de si una institución utiliza la educación Waldorf como pilar o no, me parece que emplear un enfoque más integral y significativo es de beneficio para todos.