Este bloque marca el inicio de un nuevo modo de pensar: el paso de lo concreto a lo abstracto. El álgebra se introduce de manera tangible y vivencial, permitiendo que los estudiantes comprendan sus principios a través de objetos, patrones y situaciones del mundo real. Antes de escribir símbolos, los alumnos experimentan las relaciones numéricas con su imaginación y su razonamiento, descubriendo que detrás de cada número hay una idea que puede representarse de múltiples formas.

A medida que el trabajo avanza, el álgebra se convierte también en un viaje histórico, donde los jóvenes exploran cómo diferentes culturas buscaron representar lo desconocido y expresar las leyes que rigen el mundo. Este recorrido despierta admiración por la creatividad humana y por la evolución del pensamiento matemático a lo largo del tiempo.

A lo largo del bloque, los estudiantes desarrollan una mente más flexible, analítica y curiosa, aprendiendo a moverse entre lo visible y lo invisible, entre lo concreto y lo simbólico. Así, el álgebra deja de ser un conjunto de fórmulas para transformarse en una experiencia viva del pensamiento, donde lo desconocido se convierte en una invitación a descubrir.